18 de abril de 2011

Las cosas que no he escogido yo, apestan.

Mi mamá, hace tiempo se compró unos discos de música instrumental. Los grabó en la computadora, que pasó a mis manos, cuando la anterior que yo tenía, se dañó.

La música no era la típica mierda ladilla, no eran pajaritos con el fondo de una cascada ni pendejadas por el estilo. Pero es que ni siquiera se dignó a comprar música de orquesta, sino interpretaciones de temas famosos, pero sin voz, con algunas modificaciones en los instrumentos.

Era aún, más mierda. O al menos para mí, no sé, supongo que hay alguien que deben gustarles, pero yo personalmente, los detesto.

Comenzaban las canciones, muy bien, las interpretaciones perfectas de canciones nacionales e internacionales, parecían de veras el auténtico piano de Lennon, y etc.

Luego, en vez de la voz, sonaba un saxofón...

Me arrecha (me sigue arrechando en exceso) cuando está en aleatorio, me ilusiono pensando que sonará la voz de Elvis Presley o los Bee Gees... y sale un mamahuevo saxofón.

Lo peor es que ella no se dignó a organizarlas, las dejó allí. Unknow Artist - 050 - Escaleras al cielo
Ni siquiera tienen los títulos originales. Me irritan.

Hay algo que es inmensamente más insultante. Supongamos que... en vez de escuchar la hermosa guitarra de Santana en Samba Pa Ti... suena una flauta cotorrera. Para que se entienda, flauta tradicional peruana, instrumentos musicales tradicionales de los indígenas suramericanos.

No tengo nada en contra de los indígenas nativos de esta tierra y blablabla, lo que detesto es su música, la detesto, me parece demasiado atorrante.

Me tuve que quitar los lentes y sonarme las sienes. Borré la canción inmediatamente, y miré a mi madre con sorpresa absoluta, preguntándome en silencio si de verdad ella me había parido. Si ella tiene tan mal gusto con la música instrumental, ¿de dónde diablos los saqué yo? ¿De mi padre nada más?

La respuesta nació sola: No... los escogí yo.

Como todo lo bueno de mi vida.

Lo escogí yo.

El colegio donde quería estudiar bachillerato: Lo escogí yo, porque el colegio de monjas donde estudié de niña, me convirtió en una miedosa de los varones, y, si hubiera sido más idiota, si me hubiera quedado allí, si hubiera llegado a tener novio allí, me hubiera podido hacer lo que sea, y yo sin saber nada de nada.

Los amigos, los mejores que tengo, los escogí yo. A veces no les agradaba a mis padres, ellos querían elegir por mí. Yo escogí con quienes compartir y con quienes abrirme. No ellos.

La música que me gusta, no la que la sociedad imponía, la escogí yo.

Mis pasatiempos, los decidí yo, me atrajeron solamente a mí, y los desarrollé todos los días, escogí no abandonarlos jamás, escogí no denigrarlos, no cambiarlos, no dejarlos de lado nunca, porque serían parte de mi futuro.

Las universidades donde presenté, y donde quedé, las escogí yo.

La carrera en donde permanezco, fue escogida por mí. Y la decisión de no abandonar, también fue mía.

La decisión de dejar a un lado, de desechar y de abandonar lo que nunca me sirvió en la vida, lo que no me serviría jamás, la tomé yo.

Conservar a gente valiosa en mi vida, lo escogí sin ayuda.

Amar y planear un futuro, lo elegí yo.

Mis actitudes actuales, mis pensamientos, ideologías, principios, reglas, vocabulario, manera de expresarme, son enteramente elegidas por mí.

La música qué escuchar cuando estoy molesta, la música hedionda a la cual criticar, los argumentos que dar, los seleccioné sólo yo.

Puede que la existencia y actitud de otras personas hayan influido sobre mí, pero no me dejé llevar, tomé lo que me sería útil, lo que me gustaba, lo que amaba, lo que me apasionaba, y deseché lo inútil, lo que detestaba, lo que me calé por años y que ahora me desprendía con orgullo y una sonrisa de satisfacción en el rostro.

Humanos, pueden irse a la puta mierda, no pensaré para satisfacerlos a ustedes. Ni siquiera actúo para satisfacer a los que amo... con suerte, actúo de una forma en la que, sin querer, les satisface y les gusta. Tengo demasiada suerte.

Ahora me siento grande, carajo.

No, espera...

SOY grande.

Soy invencible, nunca moriré, mi memoria quedará en los que amé. Y eso es lo que más me importa en este momento.

(Bueno, también me importa que mi prometido sepa que si estuviéramos juntos en este momento, lo abrazaría durante horas sin soltarlo.)

P.D: Cambié el título de esta entrada.

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