13 de octubre de 2011

La gente patética que ha estado en mi vida sí ha servido de algo.

Todas las personas con las cuales nos hemos conseguido en la vida, la han cambiado de una manera u otra. Nos influyen positiva o negativamente. Nos ayudan o nos joden la existencia... O bien simplemente nos hicieron recordar algo mientras caminábamos por la calle, con respecto a la gente con la que no llegamos a entablar conversación pero sí llega a estar al menos en nuestro campo visual.

Pero casi siempre uno se consigue con alguien que preferiría no haberse conseguido jamás.

A veces mis amigos me dicen que debería dejar de pensar en cosas que ya ocurrieron, pero es que mientras más tiempo ha transcurrido más risa me da, y más consciente me vuelvo.

Cuando tenía más o menos doce años, conocí a una chama de mi edad que se pintaba el pelo de rubio, tenía lentes de contacto verdes, hacía ejercicio para que le crecieran los senos y se le tonificaran las piernas. Tenía once o doce cuando perdió la virginidad con un tipo de 17 años que apenas conocía. No sé si se embarazó, si le dio alguna ETS o siquiera si sigue viva. Pero sé que alguien así no llegó a ser muy productiva para la sociedad.

En séptimo, un chamo de mi salón golpeaba a las mujeres, incluyéndome. No podía hacer nada, era más alto, fuerte y gordo que yo. Hoy en día sigo deseando estrellarle mi rodilla en su nariz o en sus testículos. Era de ésos que nadie quería pero el rechazo de los demás parecía no afectarle sino darle fuerzas para seguir molestando a todos de todas las maneras posibles. Me imagino que le cayeron a coñazos o lo mataron, me da igual.

En octavo grado, otro chamo se creía la grandísima vaina por ver mucho porno, o qué se yo. Se metía con mucha gente sin razón, con insultos mal formulados, grotescos y desagradables, siempre relacionados con sexo. Pero como siempre estaba en combo, nunca se me ocurrió hacer nada, porque seguramente de haber intentado algo yo sola, hubiera pasado algo feo.

En noveno, conocí a un chamo que, según 100 personas, dibujaba a sus compañeros de clase teniendo sexo, en cuarto grado. Era afeminado, no tenía amigos, y era excesivamente antipático, flojo, inútil, poco dotado de cualquier talento y ególatra. Sinceramente espero que alguien le hubiera hecho el favor de matarlo. Era una escoria que aguanté por años, y que por simple mala suerte no pude destrozar (más) su feo rostro de maricón.
Ese mismo año estudié con alguien que de veras llegó a recibir odio de mi parte. Deseaba arrancarle los miembros uno a uno. Era grotesco, grosero, vago, estúpido y presumía del porno que veía. Espero que se haya muerto de una sobredosis o similar.

En cuarto, aunque por un tiempo fue alguien muy valioso en mi vida, conocí a quien fue mi primer novio. Escondió su verdadera personalidad tras una capa de caballerosidad, generosidad, mucho, mucho frikismo y dinero, pero después de un año se le hizo difícil disimular que estaba desesperado por tener sexo. Así que poco a poco me alejé, y al tiempo, rompimos.

En mi último año de diversificado, un chamo me mostró el video de Rock Show, de Blink 182. Un video que nunca había visto. Al año, me contaron que ese mismo chamo se volvió reggaetonero.
También conocí a un idiota que pensaba que él, con 14 años, sabía más que yo de películas o artes gráficas, simplemente porque deseaba estudiar eso. Todos sus argumentos de la vida eran así de tontos, me aburría y me dediqué durante uno o dos meses a derrumbárselos todos. Hasta que vi que no cambiaría, y actué como si hubiera dejado de existir.

Hasta hace más o menos dos o tres años, que segúia siendo "amiga" (sinceramente, nunca lo fuimos) de una caraja que sólo le interesaba llamar la atención de los demás a toda costa. Detesté a todas y cada una de las personas que me presentó. Cuando yo comencé a dibujar ella intentó hacerlo sin éxito. Lo mismo con todo por lo que yo mostraba interés. Comenzaba imitándome para intentar mejorarme jamás lo logró, y dejaba de hacerlo con la excusa de que ya no le gustaba. Se volvió estúpida como las personas con las que frecuentaba, tuvo demasiados novios (de los cuales, aseguraba que la amaban y ella a ellos). Un día simplemente me harté y la mandé a la mierda. Cosa que debí haber aprendido a hacer desde hacía años.

Curiosamente ella intentó reconciliarse conmigo hace pocos meses, luego me salió con que "soy un mierda", y más nunca contestó. ¿La gente si es cobarde, no?

Lo bueno de lidiar con personas como éstas en nuestras vidas, es que nos enseñan a soportarla, porque siempre viene algo más jodido que hay que solucionar, o simplemente aguantarse. Además de que uno aprende a apreciar las otras personas que hicieron un buen cambio en nuestras vidas.

Sí, sé que es un pensamiento tal vez temprano para alguien que ni siquiera tiene 20 años. Pero aseguro que he vivido el doble de cosas que viven muchos hijos de mamá y estúpidos, que lo máximo que han soportados en sus vidas, es la muerte de una mascota o que no pudieron chancear con una persona más triste (pero con mejor físico) que ellos mismos.

1 comentario:

Unknown dijo...

Siempre es reconfortarble para mí, leerte. Ya se que no soy el unico en esta jungla de mascaras sociales.