11 de octubre de 2011

¿Uso apropiado o adicción a la tecnología?




Hoy el servicio de BlackBerry es inestable en todas partes del mundo, afectando a cientos de miles de personas más que todo en el envío de mensajes instantáneos. El más grande drama de muchas personas desde la última vez que el servicio falló hace unos meses.

Es impresionante cómo la tecnología en la actualidad, nos vuelve dependientes, flojos y hasta irresponsables.

No hablo de sólo las adolescentes frenéticas que se quedaron sin chancear con desconocidos por el BBMessenger, ni de los idiotas de 15 años pendientes de quedar bien con todo el mundo. Hablo de todas las personas que simplemente usamos aparatos electrónicos.

Sin lavadora, apostaría que muchas, muchas mujeres se rehusarían a lavar y pagarían a un tercero para hacer ese trabajo. Sin hornillas ni microondas otras se rehusarían a cocinar, porque sería trabajoso conseguir leña para una larga temporada. Sin nevera debiéramos comprar comida para cada día y así evitar que se pudra. Sin celular habría que ser puntuales siempre a los compromisos. Sin computadora, haríamos trabajos a mano como antes, investigaciones en bibliotecas y no en la comodidad de nuestras casas. Sin aire acondicionado muchos seguramente se hubieran suicidado. O lleguemos más lejos... sin bombillos nos acostaríamos justo cuando oscurece, y nos despertaríamos muy temprano para aprovechar el día.

Por supuesto, hemos aprovechado la tecnología al máximo, y eso está bien. Día a día vemos luces alumbrando nuestras calles asfaltadas, autobuses y metros llevándonos rápidamente a nuestro destino, personas comunicándose con otras que están a kilómetros de distancia y así ahorrando horas del día para usar en otras actividades, profesores recibiendo CD's en lugar de trabajos encuadernados para ahorrar espacio en sus maletines, arquitectos dibujando en sus computadoras en lugar de gastar dinero en materiales de dibujo y papeles especiales para cada detalle que pretende proyectar...

Pero tampoco hay que llegar al extremo de que sin la misma quedemos indefensos ante la mitad de las actividades rutinarias que estamos acostumbrados a hacer.

Cuando éramos niños, era difícil despegarnos de la televisión. La única manera por la cual yo dejaba de verla por mi propia voluntad era porque me dolía mucho la cabeza, tenía sueño, o simplemente pasaban programas que no me gustaban.

Cuando los celulares comenzaron a hacerse populares entre los adolescentes gracias a los mensajes de texto, había personas que lloraban (sí, las conocí) cuando se quedaban sin saldo, que se volvían locas cuando no tenían pilas y se quedaban sin ver la respuesta de la amiga o del novio del chisme que estaban contando.

El internet se volvió un vicio para mí cuando lo instalaron en mi casa. Sufría de una pequeña crisis si en el día no pude conectarme al MSN, jugar algo por Juegos10 o Minijuegos.com, ver algún anime, etcétera. Apostaría que fui de las pocas adolescentes que no copiaban y pegaban de Wikipedia, sino que indagaban mucho más en internet para hacer algún trabajo, e incluso si tenía un libro del tema podía revisarlo para ampliar la información.

Hi5, Fotolog o Myspace no llegaron tan lejos como Facebook, que envició a más de la mitad de la población con internet en todo el mundo, y lo sigue haciendo. El compartir estados, comentar, poder jugar y competir con los amigos (lo cual debería llamarse "contacto", no "amigo"), etiquetar fotos y videos... Cosas totalmente novedosas (o al menos, de la manera más amigable para el internauta) que nos atrapaban con facilidad.

Con la llegada de los blackberrys, mis compañeros de clase activaban la conferencia y se pasaban las respuestas entre sí. Yo siempre me copié (cuando lo hacía en 9no grado, más que todo) con PAPEL coño. El blackberry era un invento maravilloso y le facilitó la vida a empresarios... Pero, ¿a estudiantes, amas de casa, camioneteros, buhoneros...? Todo el mundo estaba dispuesto a bajarse los pantalones para conseguir un teléfono inteligente. Les sabía a mierda la capacidad de redactar un documento de Excel en una computadora que les cabía en la mano, les importaba más poder comentar la foto de su amigo en la Güaira mientras están en un examen, o mientras estaban en el trono, en la comodidad de su casa.

El twitter llegó a un punto donde la gente decía tener "insomnio". Si hubiera podido mandarle un mensaje privado a todos esos estúpidos hubiera sido: "Si cierras Twitter y dejas de publicar estupideces sin sentido, se te quita el sueño". También llegó a un punto alarmante y extraño: chicos preferían hablar con alguien por chat, que en persona.

Me arrecha la gente que mira más al celular que a la persona que tienen enfrente. En serio, muéranse. 

Puedo sobrevivir meses sin celular. Lo he tenido que hacer(pues he perdido/me han robado 6 en total), aprendí a manejarme. La gente me contactaba por el teléfono de mi casa, o en persona.

Puedo vivir sin internet. Sí, es duro... es duro no poder desahogarse por Twitter, o no plasmar un estado que pueda recibir varios "likes", no poder actualizar blog, Tumblr, DeviantArt o cualquier otra página a la que uno se haya afiliado. No poder revisar el correo electrónico(Yo que soy una maniática que detesta tener spam en su bandeja de entrada, los borro todos, no me gusta tener correos sin leer) o alguna red que actualice constantemente. Es un lujo del cual muchos estamos acostumbrados y al ser arrebatado es normal que nos quejemos, como seres humanos que somos, nos encanta quejarnos de las cosas.

Me parece absurdo que se tome como un verdadero drama(es un Trending Topic mundial en Twitter ahora mismo, por cierto) el hecho de que no pueda mandar mensajes por BB por unas horas, cuando otros ni siquiera conocen la existencia del internet.

Con esto no quiero decir que nos desnudemos y nos vayamos a pescar en el Orinoco y comer pescado semi-crudo dentro de una churuata. Simplemente quiero decir que aunque parezca difícil, incluso imposible para muchos, podemos vivir sin cierta tecnología, sin que nuestro mundo y rutinas den un giro tan gigantesco.

La tecnología nos permite trabajar a altas horas de la noche con buena luz, poder ayudar a despertarnos con una alarma y no llegar a un compromiso tarde, calentar nuestra comida y conservarla fresca también...
Pero tampoco podemos llorar si nuestra laptop se tranca mucho, o si un tweet no se logró enviar.

Considero que le doy un uso correcto a todas las cosas electrónicas que tengo. Me conecto siempre que puedo, sí, pero no dejo de lado a mis seres queridos, y si me es imposible conectarme no armo mayor drama, hago otra cosa y listo. Me puedo despertar sin una alarma, no lloro si mi calentador se dañó y tengo que ducharme con cubos de hielo, pocas veces uso el aire acondicionado, si es necesario puedo realizar trabajos a mano y, pocas veces tengo saldo en mi potecito Nokia.

¿Y ustedes, qué? ¿Le dan el uso que se debe a los aparatos que compran, o están totalmente dependientes de los servicios que les ofrecen?

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